PIEL

La arquitectura contemporánea se ha convertido en uno de los principales sellos de identidad de las metrópolis, con edificios singulares que visten el paisaje urbano y atraen las miradas a través del juego de luces, colores y formas. Si bien hasta finales del siglo XIX los sistemas de cerramiento de los edificios no variaron substancialmente, uno de los principales cambios en la arquitectura moderna surgió a raíz de la incorporación de nuevos materiales más moldeables y ligeros, como el aluminio y el vidrio, algo que ha permitido la expansión de las llamadas “fachadas ligeras” o “muros cortina”. Estas fachadas funcionan como una piel que recubre el edificio, ofreciendo mucha más libertad a arquitectos y diseñadores para dotar a la estructura de una personalidad propia y única.

Algo más que estética

Hoy en día el diseño espectacular no es suficiente. A la imagen que proyectan los edificios se debe sumar el desafío de saber compaginar otros valores, tanto tangibles como intangibles. El factor más importante es la sostenibilidad, a través del diseño de fachadas capaces de optimizar al máximo los recursos energéticos con tecnologías que permitan controlar de forma eficaz la temperatura, la luz, el agua y la acústica. Sin embargo, también cobran especial importancia la necesidad de garantizar el confort, la seguridad y la intimidad de los ocupantes.

¿Qué soluciones constructivas novedosas pueden aportar el vidrio y la cerámica en la proyección de edificios?

¿Cómo pueden contribuir estos materiales a la sostenibilidad y la eficiencia energética de los edificios?


Hugo Hernández Hernández, 10204, WORK & CO, Cuatrimestre de Primavera 2014, ETSAM